
La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que percibimos como amenazantes o inciertas. No es algo negativo en sí mismo: de hecho, nos ha ayudado a sobrevivir como especie. El problema aparece cuando esa respuesta se activa con demasiada frecuencia, intensidad o sin una causa clara.
Si sientes que tu mente no para, que vives en tensión constante o que tu cuerpo reacciona con nerviosismo incluso en momentos tranquilos, puede que estés experimentando ansiedad.

La ansiedad es una emoción anticipatoria. Nos prepara para el peligro, activando nuestro cuerpo y mente. El corazón se acelera, la respiración se vuelve superficial, los músculos se tensan… Todo para estar alerta y “salir corriendo” si fuera necesario.
El problema es que hoy, muchas de las amenazas no son físicas, sino internas: pensamientos, exigencias, miedos, incertidumbre.
Cuando esta respuesta se mantiene en el tiempo o interfiere con tu día a día, hablamos de un trastorno de ansiedad.

Las causas pueden ser muy variadas, pero algunas de las más comunes son:
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Estrés sostenido (laboral, familiar, económico…)
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Autoexigencia elevada o perfeccionismo
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Miedo al juicio, al error o al futuro
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Situaciones traumáticas no resueltas
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Falta de autocuidado emocional
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Dificultades en las relaciones o aislamiento
En muchos casos, la ansiedad también está relacionada con cómo interpretamos lo que nos sucede. No solo importa lo que pasa, sino cómo lo vivimos.

Aquí algunas herramientas prácticas y accesibles que pueden ayudarte:
1. Reconocer los síntomas
Aprende a identificar cómo se manifiesta en ti: palpitaciones, opresión en el pecho, pensamientos acelerados, dificultad para dormir, etc. Ponerle nombre ya es un primer paso.
2. Respirar de forma consciente
La respiración es una vía directa para calmar el sistema nervioso. Prueba ejercicios como la respiración 4-4-8 o simplemente inhalar lento y exhalar más largo que la inhalación.
3. Detectar y cuestionar tus pensamientos
Muchas veces la ansiedad nace de anticipaciones: “¿Y si pasa esto…?”, “No voy a poder…”. Cuestionar esos pensamientos con lógica y compasión es clave.
4. Volver al presente
Mindfulness, meditación o técnicas de anclaje sensorial (como el ejercicio 5-4-3-2-1) ayudan a cortar el bucle de la mente que viaja al futuro.
5. Cuidar el cuerpo
Dormir bien, alimentarte de forma equilibrada, mover el cuerpo con regularidad… son pilares fundamentales para que tu mente esté más estable.
6. Pedir ayuda profesional
No tienes que gestionar todo solo/a. La terapia te puede ofrecer herramientas concretas, contención emocional y comprensión profunda de tu ansiedad.

La ansiedad no es un enemigo a eliminar, sino una señal a escuchar. Detrás de ella, muchas veces hay necesidades no atendidas, miedos que piden espacio y emociones que necesitan expresarse.
Con acompañamiento y práctica, es posible comprenderla, aliviarla y aprender a vivir con más calma y equilibrio.